El Consejo Económico y Social, más conocido como CES, ha expresado en numerosas ocasiones que la cuestión de el acceso a las tecnologías digitales desborda la dimensión económica y tiene muchas e importantes implicaciones en cuestiones de cohesión social. Esto, por consiguiente, constituye un punto de partida a la hora de que se pueda garantizar un proceso de transformación digital justo y equilibrado.
Hace ya cuatro años y antes de la crisis mundial que hoy nos azota, en 2017, el CES quiso prestar especial atención a la necesidad de resolver las brechas digitales.
Tipos de brechas digitales
La brecha digital se achacó al principio al subdesarrollo de cierta población y se entendió como algo pasajero que se iría deshaciendo con el aumento del uso de la tecnología.
A día de hoy, la brecha digital no ha desaparecido aunque haya una comercialización masiva de dispositivos electrónicos con posible acceso a internet.
Las causas pueden ser varias como el alto coste de los dispositivos o la falta de conocimientos en materia digital.
Se podría decir que hay tres tipos de brechas digitales:
– Brecha de acceso. Hace referencia a las posibilidades que tienen los individuos de acceder a este recurso tecnológico. Esto se debe a, entre otras cosas, las diferencias socioeconómicas entre las personas y los lugares donde viven, ya que en las zonas rurales hay menos inversión de infraestructuras.
– Brecha de uso. Se refiere a la falta de educación en el ámbito digital que impide a las personas el manejo de las nuevas tecnologías.
– Brecha de calidad de uso. hace referencia a la falta de conocimientos para hacer un buen uso del internet, ya que a veces los individuos tienen competencias digitales pero no saben cómo aplicarlas de una forma correcta.
Estas brechas mencionadas presentan un alto grado de interpelación entre ellas. Las diferencias en el uso de Internet, sobre todo en el uso avanzado del mundo, puede hacer que se llegue a situaciones de exclusión digital. Los colectivos más vulnerables saldrán más desfavorecidos de estas situaciones, y de nuevo perderán capacidad para transformarse digitalmente.
Una “pescadilla que se muerde la cola” que deteriora cada vez más a las empresas.
Por eso esto fuera poco, la pandemia ha hecho más mella en este aspecto y muchas empresas han tenido que cerrar definitivamente. Como consecuencia, no se han podido beneficiar de las mejoras que la digitalización podía haber hecho en sus procesos de trabajo y su día a día.
La resiliencia de la economía española pide a gritos acelerar el proceso de transformación digital de las empresas de manera convergente, es decir, haciendo especial hincapié en estas brechas digitales de las que hablamos y a las que en las próximas semanas dedicaremos más entradas en nuestro blog para hablar de cada una de ellas de una manera más detallada. Integrar la digitalización en todas las facetas de la vida de los individuos como puedan ser las finanzas, la educación, la sanidad, etc, está empezando a suponer un aumento de la desigualdad y un riesgo para la cohesión social. La educación digital es necesaria y supone a día de hoy un reto al que enfrentarse con urgencia.
Fuente: CES. Informe la digitalización de la economía 01/21 (actualización del informe 03/17)